Tú no lo sabes porque no estabas en los cuartos donde dormía yo, si bien uno de ellos lo conoces perfectamente bien.
Tú no lo sabes, pero siempre me interesaste, siempre hubo porción y media de ternura para ti cuando sólo eras una foto de una chica en un blog, cuando sólo eras la pobre niña que quedó en el camino cuando yo aparecí, la chica que supuestamente no llegaba a ser lo bastante buena para hacer de esposa en el teatro que sin comerlo ni beberlo nos hemos montado.
Tú no lo sabes, pero yo leí tu cuento una noche y no pude sino asombrarme y pensar que una persona que dice las cosas de tal forma a la fuerza tenía que ser especial.
Que una persona que ponía en su boca las cosas que yo no me atrevía a decir despertaba mi admiración. Me habría tomado un café contigo cualquier día, a cualquier hora. Sin conocerte. Aunque sólo fueras una sombra, aunque en el fondo te viera como una amenaza. Eras un enemigo digno, de esos que te matan y sonríes, pues nadie merece matarte tanto como él.
Y un día ocurrió. El resto de la historia la sabes porque es de las dos. La compramos en el rastrillo y la hicimos a nuestra medida y lleva nuestros nombres y la hemos pintado ambas, juntas, con el mismo pincel y los mismos colores, y tu mano y la mía se complementan para hacer un lienzo de difícil salida, pero que prometo no pedirte nunca. Y hemos trabajado duro para hacer la colada sin que nos destiña, y me ha costado quitarte la piel reseca de tu cuerpo.
Pero lo he conseguido.
Y mereció la pena...
Porque eres blanca y reluciente y cristalina, y tu cara es un poema, y tus ojos están vivos, y toda tú estás recién nacida y eres pura y virginal, aunque no lo creas. Y desprendes tanta luz que no te das ni cuenta, y es tan fácil sentirse bien estando contigo, y eres tan alegre cuando quieres...
Lástima que te esfuerces en ensuciarte con las sombras esa piel cristalina de polvo estrellado que te tocó en suerte. Es una lástima que pudiendo tenerlo todo libremente quieras vivir sólo con los cuartos. Es una lástima que no veas lo que eres y te esfuerces en ser algo que no te pega. Y es cierto que a veces eres mala y que te gusta serlo. Pero qué esperar de ti cuando tu víctima primera siempre eres tú...
Así que no te echaré la bronca.
Este post solamente es para decirte que sí, que yo también te doy las gracias por dejarte abordar. Que te doy las gracias por traerme aire fresco, que te doy las gracias por dejarme entrar en lo tuyo desde el principio, sin ninguna garantía de salir sin rasguños de una gata cornuda y herida.
Y que mis puertas están abiertas para ti y lo mío cada vez que quieras. Y que repito lo que te dije aquel día, en el primer taxi, la primera noche del primer encuentro.
Que será un placer quedar contigo, cada vez que quieras.
:)