Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

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miércoles, 6 de enero de 2010

De vuelta a casa...

A todos aquellos a los que no he podido traer nada, aquí van mis postalitas. Así os hacéis una idea de la maravilla que es Japón.
Y aprovecho para deciros que ya he vuelto, y traigo las pilas cargadas ^^









Felices reyes a todos, queridos míos...

martes, 22 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

Sólo deciros que no estaré aquí para abrazaros en Nochevieja, para empezar el año con vosotros, para alegrarme sabiendo que os acordaréis de mí, que me mandaréis mensajes a los que no podré contestaros, y no porque no quiera.
Este año mudaré la piel en la bahía de Tokio, o en algún templo cuya nube de incienso piensa llevarse a lo pagano nuestros malos augurios para vaciarnos del año que se ha ido y filtrarnos en vena la esperanza del que llega.
Este año, si el tiempo lo permite, pasaré la Navidad en Japón, como un perfecto colofón final a 365 días que han dado para tanto que esta vez no pienso recapitular, ni hacer ejercicio de conciencia.
Al 2010 sólo le pido que me permita ser libre, y feliz.
Al menos tanto como el final del 2009, y siempre mucho, mucho más.

Por si no vuelvo hasta entonces....
Feliz Navidad.

sábado, 27 de junio de 2009

Goodbye!!!!!!!!!..o mejor, "see you later!!!!!!!!!!!"

Ahora sí que es de verdad. En una hora salgo para Alicante,y esta noche dormiré en Dublín.
Ni siquiera podré celebrar el cumpleblog por todo lo alto, como tenía planeado.
Pero como muy tarde en un mes estaré aquí dando el follón, partiendo la sesera, derramando letras sin ton ni son.

Ya sabéis, hierba mala nunca muere ;)

Os quiero!!!

lunes, 4 de mayo de 2009

Síndrome "Post-París"

Generalmente suelen decepcionarme aquellas cosas que la gente siempre defiende. Mi espíritu rebelde y contradictorio, mi afán continuo por llevar siempre la contraria en insistentes ejercicios de dialéctica me hicieron emprender mi viaje con la seguridad de que París nunca será tan bonita como el mundo se empeña en hacernos creer.

Pues bien, aquí va la estrepitosa verdad, para todos aquellos que se atrevan a leerla y abstraerse de los clichés y estereotipos preconcebidos y autoimpuestos:
Paris es una ciudad normal.

La mayoría de las grandes urbes repiten los patrones estructurales y arquitectónicos, hay barrios que podrían ser de cualquier metrópilis, la globalización planta mcdonalds y subways, incluso zara y mango, en las esquinas de cualquier capital del mundo, y los turistas se repiten idénticos en todos los lugares que yo he visitado, excepto en aquellos que aún conservan su encanto único, aún virgen, pero que arden en deseos de ser otra capital colonizada más, exactamente igual que todas las demás.

Sin embargo, Paris no es exactamente igual que las demás. Ya no es sólo por la belleza de las calles, o por el encanto del río, ni por el mimo con que diseñan cada nuevo monumento, por la magnificencia e inmortalidad de los que ya existen, o por la predisposición a enamorarse y respirar belleza de todo el que pone un pie en París.

Lo que me ha hecho enamorarme de Paris no lo puedo explicar de forma racional. Sin ser más grande que Londres o otras capitales, ni tampoco creo que mucho más pequeña, Paris puede meterse en la palma de la mano, cada barrio, cada calle, pese a sus catedrales y edificios se vuelve un pueblo al paso del turista, los restaurantes parecen familiares, aunque no conozca a nadie, las pequeñas librerías, las pastelerías, la gente en la calle. Es como una España refinada, con el encanto de lo latino y la perspectiva de lo europeo.
Cualquier persona del mundo se siente francés en París, y no puedo sino envidiar y admirar a partes iguales su orgullo patrio, que tanto intento siempre expandir en mi ciudad, y en mi país; el intento desmesurado por conservar su identidad, sus señas, su idioma, por no dejarse colonizar, porque más de medio mundo debería ponerse de rodillas ante un país de tan nobles ideales, cuna de la Ilustración, de los derechos humanos, de la enciclopedia, del arte, del amor libre, de la vida.

Siempre he dicho que no podría vivir en una gran ciudad. Ni en Madrid, ni en Barcelona, ni en Londres. Ni tampoco en pueblos ni hábitats tan insólitos como las aldeas polacas o las cabañas finlandesas. Y sin embargo, creo que podría vivir en París. De hecho, en alguna brisa esta semana me ha entrado por todo el cuerpo la necesidad de irme de Murcia, de irme lejos, de cambiar, de huir de mi vida y crearme otra en algún sitio totalmente nuevo.

Los días han pasado y ese síndrome postraumático está desapareciendo, me habitúo a las medidas de mi amada Murcia, y de mi vida rutinaria.
Pero no puedo olvidar que sólo Paris me ha hecho sentir algo así, esta nostalgia, esta sed, de manera que reconozco que todos estaban en lo cierto. Y sin duda alguna, de poder reencarnarme en algo, querría vivir una vida siendo francés. (He tenido el privilegio de vivirla como española primero ;) )


De todas formas esto no deja de ser una mera opinión personal, y esto, queridos escépticos, o queridos ilusos, tendréis que respirarlo vosotros.
Así que supongo que ahora, como a todos, me tocará leer Rayuela ;)



Amapolas en Paris


Barrio Latino


Paseo en Bateauxbus por el Sena


La Defénse


Deuxiéme étage de la Torre Eiffel

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Roma

Tantas veces he soñado con tenerte enfrente, Italia.... Y mañana a estas horas estaré bebiéndome tus calles, llorando con felicidad sin límites tus noches y tus días, y tus gentes, y tus ruinas, y tus óleos, y tu aire a vieja.

Veintidós años como cuenta atrás que en unas horas llegarán a cero, y BUM.

Por mucho que hoy me quiera morir porque me asfixia ser artista a tiempo total, mañana dejaré los pesos en tierra, y seré etérea.

Y seré romana...