Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

martes, 7 de junio de 2011

Saramago

"Ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe"

"Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran".

"Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa".

"He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro".

"Actualmente los laboratorios invierten más en mejorar y producir viagra y en desarrollar mejores prótesis mamarias que en medicamentos para el Alzheimer. Ésto provocará -en el curso de unos años- que más gente de la tercera edad tendrá mejores erecciones y senos más prominentes, pero no recordarán para que los tienen".

"... como una invalidez del lenguaje: no es querer decir amor y que la lengua no llegue; es tener lengua y no llegar al amor".

"Regreso a la filosofía no en el sentido absurdo de que ahora nos vamos a convertir todos en filósofos, […] pero apuntar la idea de que si el hombre es un ser pensante, pues entonces que piense."

"Existen dos superpotencias en el mundo; una es Estados Unidos; la otra eres tú".

‎"Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir"

A quien DE VERDAD quiera cambiar las cosas

Cuando me enteré del movimiento que se estaba generando en España, más conocido como Democracia Real Ya y demás títulos, me sentí triste por no poder disponer de los medios necesarios para contribuir a la causa, ya que aún sigo recluida en un pueblo perdido de Irlanda, en plena terapia de rehabilitación contra las taras y vicios que desde hace tanto tiempo ya pudren la sociedad occidental actual.

Con la pespectiva que sólo da el tiempo he llegado a una conclusión, y es que esta distancia me ha reportado un gran inconveniente, pero también una gran ventaja.

El inconveniente, sin duda, no haber podido participar activamente en algo que tal vez quede en agua de borrajas, pero quizá suponga el comienzo de algo importante.

La gran ventaja es que desde aquí he podido observar cómo la gente sigue las corrientes sin cuestionarse nada, sin comprobar las veracidades de los hechos o las informaciones. Pasan de un dominio que les estrangula a otro que creen a pies juntillas que traerá de vuelta todo lo bueno. Y nadie, tampoco yo, está libre de pecado.

La gente se tira como loca a firmar documentos de los que apenas tienen datos, conjuntos de proyectos de leyes donde no importa si algunos de ellos son una aberración, firmémoslo todo, está en el decálogo.

No me considero experta en nada, y sin lugar a dudas muchísimo menos en política, ni economía. A día de hoy sabemos que hay una crisis; tras millones de videos altamente educativos ya sabemos las razones y conocemos perfectamente además qué medidas debemos tomar para que todo vuelva a ser genial. Claramente la solución de todo es erradicar el senado, quitar pensiones vitalicias, linchar a bancos, a gobernantes, lincharnos a todos y dejar que una nueva era de políticos que jamás serán corruptos velen por nuestros nuevos intereses. Esto ha funcionado en Marte, en Urano y China.

Por que yo lo tengo claro, una vez erradicado el gobierno putrefacto y cambiada la ley electoral nosotros dejaremos de seguir queriendo un ipod por encima de un reproducor cutre (yo misma, por ejemplo, con mi flamante y amado ipod touch). Ya no compraremos Tommy Hilfigger, beberemos café de comercio justo para solidarizarnos con los cultivadores colombianos. Viviremos en armonía con los inmigrantes sin mirarlos por encima del hombro, nadie se dará un baño con sales porque consumirá demasiada agua, no tendremos más de un coche por casa, usaremos el transporte público con total asiduidad, favoreceremos el desarrollo de los países tercermundistas, no querremos ser mejor que el vecino, dedicaremos el tiempo libre a ayudar a los demás. Está clarísimo, cambiemos de gobierno, todo será mejor.

Hasta donde yo llego, y ojalá me equivoque, el cambio que la gente exige es sólo, o al menos fundamentalmente, una condición necesaria para volver al ritmo de vida que al que se han acostumbrado. Sin más, sólo eso.

Se reivindica el derecho a vivir y a ser feliz.

Pues bien, quizá debiéramos clarificar qué se necesita para serlo, cuáles son esas condiciones necesarias básicas. Estoy harta de manipulaciones, de seguir la corriente.

¿Queréis acabar con la crisis? Pues muy bien, seguid, sigamos, luchando por un sistema electoral justo, por el recorte de privilegios. Nadie salvo los privilegiados pueden objetar nada contra eso. Pero no olvidéis que la crisis es mucho más profunda, que nos encontramos ante una crisis que más que económica es de valores. Preguntaos a vosotros mismos qué hacéis por los demás, qué hacéis por el mundo. En qué medida recortáis vuestros gastos, en qué medida contribuís a hacer de este lugar un sitio justo, de este mundo un legado digno. En qué medida estáis, estamos, haciendo algo más que protestar, que seguir la corriente, que dejarnos llevar por la emoción de la juventud. Qué harías vosotros, qué haría yo, si fuerais los propietarios de un banco, si cobrarais esos sueldos vitalicios, si disfrutarais de dichos privilegios. ¿Seríais diferentes de quienes lo son ahora? Pensadlo bien por un momento, ¿de verdad serías diferentes? ¿Seríamos mejores nosotros de lo que lo han sido ellos?

Hay que limpiar mucho más que las clases dirigentes, hay que limpiar también a las clases dirigidas. Y esto es mucho más duro, porque para eso aún no hay emails en cadena, para eso aún no hemos tenido tiempo.

Pues ya va siendo hora, pienso yo.