Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

lunes, 31 de agosto de 2009

Faro

A estas alturas de la orilla no creí posible ver brillar el faro con tanta fuerza, ni creí conservar aún la memoria de las luces intermitentes para las noches sin estrellas.
Henchida en mi pecho está la noria que a ritmo lento y pausado nos ha visto subir y bajar, y girar; asomada a mis labios la sonrisa de segunda mano, con pretensiones de ser algún día de primer orden y uso único, y que alegre el caminar de algún mochilero cansado de fracasar, como he fracasado yo.

Quizá nos cambiemos la opinión con calma, vaselina y mal hacer.

O quizá no haga falta...

jueves, 27 de agosto de 2009

Ingredientes para una pareja perfecta (I)

La verdad es que hasta hoy no me había dado cuenta,
nunca le había dado la mínima importancia,
pero creo que me gusta
que los hombres me hagan reir.

martes, 25 de agosto de 2009

lunes, 24 de agosto de 2009

Aprendido


Habéis sido tan sólo un pequeño trámite
necesario para llegar a este punto
en el que no tengo nada.

Vivir para aprender,
aprender para entender
que el final del camino nunca existió,
pues sólo existe el camino.

viernes, 21 de agosto de 2009

Mirillas

No deberían existir las mirillas, porque no puedo evitar pasarme la vida espiándote tras ellas,
odiando lo que veo sin apartar por ello la cara,
doliéndome pecho, cabeza y barriga de verte actuar en plural
la farsa que fue singular conmigo.


¿Porqué yo no puedo?
¿Por qué no puedo olvidarte?

¿Qué has hecho conmigo, que ya no puedo estar sin ti?
Que no coordino,
que no encuentro,
que no me sacio;

que aún espero;
que aún sin creer, creo;
que, presa en tu cárcel, me aferro a los barrotes para que de aquí no me saquen,
ni a balazos.


¿Por qué yo no puedo?
¿Por qué no puedo ser libre, como lo eres tú?

martes, 18 de agosto de 2009

Humilde recomendación

Alonso Vegas (No el chico increíblemente especial que tengo el poder de conocer) Alonso Vegas, el escritor precoz, me refiero; el desconocido chico que sin saberlo, o sabiéndolo, pero esperando pausadamente a que llegue su momento y la suerte que no necesita, ponga en su mano los billetes para poder dejar en papel y tirada extrema todo lo que su cabeza única y exquisita hace brotar de madrugada.

Nadie que adore leer y escribir puede dejar de encontrarle; quien confíe en mí y en mi criterio debe visitar su blog, es el mínimo precio para entrar en un lugar del que ya no se sale, al menos, intacto.

Aquí os dejo una de sus historias. No la mejor, pero sí la última.

Nunca pares, Alfonso.
Desde aquí, tu fan número 1 siempre te espera.



El misterioso caso del hombre de la pesadilla

la pesadilla del beso de medianoche. eso fingió Falco bajo su dolor de sienes, debido por seguro a unas extrañas migrañas que solo aparecían cuando Carlos estaba cerca, quizá rondando la calle contigua con su irritante silbido o incluso el ladrido lejano de su can mientras defecaba las aceras de la calle Violonchelista Miguel Toloso de Santoangel. Un señor que nadie de aquella calle conocía, y seguramente ni su propia madre, pero ahí estaba ocupando el honor de una calle de segunda en un pueblo pesquero. Tenía Falco a su novia bastante malhumorada porque ya eran dos días y tres lunas llenas o un espejismo de luna llena lo que llevaban sin ladrar, esos ladridos que a Carlos le daba dolor de cabeza o más bien dolor de ideas, y que sin embargo a Falco le ponían los pelitos del vello de su espalda como un arrecife de coral que Ester rozaba con dulce natación de manos. Y así hacían el amor de perros salvajes y arrecifes de Malasia y la luna siempre debajo de la cama iluminando a contraplano las pieles abiertas de la geometría erótica.

Pero no era así desde hace unos días y Ester echaba chispas. Una canción de Hechizo, algo así como un Vamonos de esta habitación, y un al espacio exterior. Eso escuchaba Ester mientras pensaba que hacer con su fricción ardiente, echando pestes por sus muslos inquietos o endiablados. Con Carlos no le pasaban esas cosas. Carlos, aunque solo fuera un silbador de profesión tocahuevos y espuma seca en el cráneo, él si que no paraba. Todo lo seco que tenía en la cabeza lo había retenido su cintura. Y desde hacía muchos años a Ester se le figuraba que los hombres se hacían por los pies, y cuando uno era seco de testa su meneo de cintura era evidente. Así como al contrario, cuando un hombre sudaba demasiado los pensamientos, esa acumulación de sangre usurpaba el deseo de cada noche que Ester esperaba. Así que Ester no esperaba que un hombre creciera más que a la cintura de sus posibilidades. Y Falco era totalmente un hombre que no solo había llegado a su cabeza, sino que además tenía su casita con jardín en el reino de los cielos.

-Tengo la pesadilla del beso de medianoche, no creo que hoy pueda...
-¿Qué es eso de la pesadilla del beso de medianoche? -Ester no intento mostrarse comprensiva en ningún momento, quería sexo aunque tuviera que arrancárselo de las mismas entrañas.
-¿No sabes lo que es la pesadilla del beso de medianoche? -intentó hacer tiempo para pensar que coño era eso. Pero Ester le contesto con un rapido y escueto "No" abrasivo. Buscaba la trampa en su tartamudeo. Hubo una intensa pausa donde se decidiría el destino de la relación. Falco lo sabía y no tenia muy claro en que microsegundo exacto perdería todo aquello que se había jugado. Fue uno de esos silencios en los que por fin comprendes que ya nada tiene sentido, un silencio tan inocente, tan banal en la historia de las banalidades que jamás entenderías el extraño influjo que sucede por aquel río de ausencias. El porqué místico de los caprichos del destino. Pero Falco no estaba dispuesto a perder a su chica por uno de esos silencios, él jamás se rinde ante las causas que ni él comprende. Su lucha es ciega.
-Si hubiera esperado un instante mas ahora mismo estarías saliendo de la cama para jamás volver. Durante unos días te hubiera llamado mil y una veces a cada segundo que cojeara el reloj, porque sin ti el reloj sería un anciano de cien años de bastón en mano, semanas después de que el tiempo envejeciera te hubiera llorado siete mares de lágrimas. Y ahogado te suplicaría volver, y yo sé que jamás volverías. Quizá pasaran diez años y aún te tuviera en mi corazón, mil chicas después y seguirías siendo mi tren de medianoche. Pero tú, a pesar de saberlo, jamás volverías. Solo por un instante y jamás volverías. Esa ha sido mi pesadilla durante dos días y tres lunas, quizá una era un espejismo. He probado al destino para cerrarle una puerta. Llamame loco, pero he ganado a un silencio. Y ahora sé que no te iras, y sé que al oírme ahora te quedarás aunque yo no te ame esta noche. Pero si que te amaré esta noche, ahora tus ojos son objetos dedicados para amarlos, y como la mujer que no se resiste a la admiración de un diamante, yo no me resisto a esa mirada.
Ester lo miraba, ¿saben? Lo miraba y dejemoslo así. Ester lo miraba y un nuevo silencio, muy distinto al anterior, se apoderaba del momento. Y desde entonces lo miró para siempre.
-Mujer, ya es medianoche. Ahora bésame y quedémonos intercalados en el tiempo.
Carlos sufrió grandes migrañas aquella noche, al perro no se le oyó ladrar nunca más, y la calle Violonchelista Miguel Toloso de Santoangel quedo sumida en una helada azul. Ningún violonchelo desdobló las olas vertiginosas de aquel pueblo pesquero. Fue todo un silencio salvado.


www.enlacallenoventayseis.blogspot.com

El burdel de las palabras

Mundo maravilloso

¿¿Quién dice que no hay soluciones para acabar con aquello que nos parece imposible de vencer?? Los talibanes han encontrado una maravillosa: Cortarán los dedos a aquellas personas que vayan a votar. Eficaz, indoloro, legítimo. Ni siquiera tienen que asesinarlos (que además, en tanto que víctimas políticas no estarían mal vistas, lo que demuestra su generosidad inconmensurable). En un derroche de autocontrol y elegancia, de aire nuevo y modernura, seccionarán únicamente aquellos miembros estrictamente necesarios para el acto mismo de la votación.

A efectos prácticos, la libertad del pensamiento poco importa, mientras podamos controlar la libertad del cuerpo. No me lo negarán, damas y caballeros.

Adoro este mundo maravilloso...

Me dueles tanto...

Ahora no me quedan palabras.
Se marcharon detrás de ti.
La misma voz en off, que antes me decía que sí
no para de gritar que no.
Cómo te fuiste sin decir lo que pensabas
y ahora yo no tengo opción de decidir.

Te vuelves solo a casa con la falsa ilusión de ser
alguien mejor que yo, que no te dolerá esta vez.
Y no queda nada aquí que ahora te pueda retener
cierra las puertas tras de ti por si se te ocurre volver.

Si no queda ganas de intentarlo,
por esta vez sólo quiero pensar en mi.

Tú tranquilo sin saber quién es el malo aquí.
Quién se largó sin preguntar
y no quiere volverte a ver.

Me dueles tanto que no quiero volverte a ver.
Me dueles tanto que no quiero volverte a ver.
Me dueles tanto que no quiero volverte a ver.


"Photophinish"
Zahara


domingo, 16 de agosto de 2009



Lijé mis huellas dactilares en papel moneda
pensando que cualquier precio es poco
si por compra me das la vida.

Al final, lo único que haces
es volver gigante mi deseo,
mi tristeza, mi soledad; mis ganas
de fundirme en tu cuerpo y no volver
a despertarme nunca.

No es vivir tragar el aire
y limitarse a creer que no hay límites
en los pálpitos de cada día,
ni es vivir soñar y creer que para estar vivo
basta con creer que no hay más que respirar.

Algo más debe estar vetado
para quien arañando apenas cemento cava,
para quien buscando sólo búsqueda encuentra,
para quien con preguntar nunca basta,
y responder se muestra esquivo,
de boca en boca el mudo grito que dejaremos escapar
por no entender su idioma.

Que el tiempo desatornille a su antojo
los letreros de las calles que cada día me han visto
arrastrar el fardo de este cuerpo;
que llene de tierra con su furioso viento
las lindes de los caminos
que para avanzar no me han servido;
y que dejen plantado el pino
de mi última casa,
que no hay última morada más común
que la que nadie ve.

Y poco importa, en resumidas cuentas,
si a mi lado la gente ríe
o llora o canta o muge,
si al final lo único que importa
son las ganas de rendirme,
de bajarme
de acabar.

viernes, 14 de agosto de 2009

Ojos de perro azul



Tendremos que aceptar que por norma general y prescripción médica tenemos que vernos en dosis pequeñas, desechar revoluciones excesivas, dosificar las ganas de juntar labio con labio y cuerpo con cuerpo, y alma con alma, por un tiempo indefinido.

Tendremos que aceptar que lo nuestro no son las convenciones, ni los paradigmas ni los tópicos, o acaso no hay entre nosotros más que precisamente eso, el tópico de no encontrarnos más que en las ganas inconclusas de tenernos, de abarcarnos el abrazo sin respetar distancia alguna, las ganas de bebernos las mentiras del uno al otro, la fuerza de creernos poderosos lo que dure el lapso mudo entre puesta de sol y puesta de sol.

Tendremos que aceptar que por mucho que rasguemos tu camisa y mi camisa al abrirla sólo hay un cuerpo imaginario, creado y repasado hasta la extenuación, inventado justo para complementar otro cuerpo de amolde perfecto, de hebilla idónea en zapato viejo. No tenemos más habitación para encontrarnos que la que inventemos. No tenemos más noche para amarnos que la que soñemos, más posibilidad que la esperanza, otro nombre que masoquismo, o fortaleza.

Tendremos que aceptar que, mientras respiremos, cabe la posibilidad de que un día, a punta de pistola y carne viva, nos quitemos el aire el uno al otro.

martes, 11 de agosto de 2009

Teorización sobre el gimnasio (parte I)

Una semana de gimnasio: 7 días sudando, el domingo de descanso.
Adelgazamiento: cero.
Endurecimiento: notable.
Estado de ánimo: bastante más positivo (realmente el deporte sí que libera alguna hormona influyente)
Nivel de adicción: Medio -alto

Efectos secundarios positivos:
-Alargamiento del día (Elisabet maldita, que me haces madrugar)
-Alegría para los sentidos (escasas veces, por estar en temporada baja)
-Pérdida progresiva de la vergüenza hacia el propio desnudo.
-Ahorro de agua en casa.
-Aprendizaje de técnicas de baile susceptibles de ser usadas en alguna discoteca ^^
-Mayor disfrute del acto de ingerir la comida.
-Posibilidad de disfrutar de la contemplación de uno mismo continuamente en el espejo sin quedar de narcista ^^
-Ligero sentimiento de superioridad hacia los sedentarios (ya no somos de esas!!!^^)
-Puesta al día de los nuevos videoclips de 40 principales, y de las dos mil repeticiones de thriller.. :s
-Sensación impagable y continua de que algún día merecerá la pena todo el esfuerzo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Oración pagana

Tú, (que eres omnipotente y omnipresente y todo lo puedes;
que desde tu sitio privilegiado tantas veces me has visto llorar,
y reír,
y llorar de nuevo,
hasta casi aburrirme de los vaivenes de este tren que nunca conduce a nada),
protégeme de la nostalgia.

Sabiendo como sabes lo que estoy haciendo,
sabiendo como sabes que no hay red circense donde dejar caer mis huesos,
no me dejes vencer por la tentación y salir mal librada de la batalla campal que conmigo misma me preparo,
y líbrame del mal de creer que no hay nada aquí que iguale tan siquiera lo que he visto fuera.

Protégeme de los recuerdos.
Dame fuerzas para ser hoy la de hoy.
Sería tan, tan, tan fácil arrastrarse, y tirarlo todo por la borda, como hago siempre.
Como hacía siempre.


Pero no. Mejor no. Retiro lo dicho.
Esta vez voy a conseguirlo sola.
Llegada a este punto, me debo cierta dignidad.

Así me siento yo también...

"Protect me from what i want"


Aforismo
Jenny Holzer

lunes, 3 de agosto de 2009

Razón

Podríamos llenar rollos de papel higiénico escribiendo con boli bic a dos manos, (recostados en una cama, compartiendo el zumo matutino que nunca compartiremos, despeinándonos las legañas, sacándole burla al tiempo, riéndonos de lo tontos que hemos sido desde siempre, hasta dar por azar con otro tonto tan tonto como el tonto que fuimos, y que ya, juntos, hemos dejado de ser) las características comunes, los factores asociados, que se dieron la primera y la última vez que nos sentimos tan cerca.



Nos serviría para estudiar cómo la vida va tejiendo poco a poco con hilos ocultos, nos reiríamos de todas las pequeñas decisiones, todos los pequeños actos que sin darnos cuenta, hicieron posible que se dieran esas noches, y esos días, que por la misma suerte puta ya tienen fecha de caducidad.
Por el bien del aire que aún no hemos viciado.
Por el bien de dos almas solitarias que pueden quebrarse, de tanto amar.

Hay momentos que, tras cerrarse el círculo, hay que dejar marchar.
O marcharse.
O huir, quizá.
O rendirse.

Ser realistas, al fin y al cabo.
En tiempos de crisis el amor es un lujo demasiado caro.

Pudimos haber sido locos. Pudimos haber probado a amargarnos la vida (sólo un poco, sólo de vez en cuando), intercambiándonos los roles, dándonos el aliento cuando al otro le falta, hartándonos cuando el otro tiene ganas de seguir, poniendo muescas al transcurrir de los días, esperando pacientes a que algo más grande que nosotros (o a que nosotros, de golpe hechos grandes por algo más grande que tú y que yo, llámalo amor, llámalo x), ponga punto final a la agonía, y tras sangría de centímetro y medio empezara nuevo párrafo donde los zumos matutinos no serían imposibles, y donde los rollos de papel higiénico no analizarían ya ni principios ni finales.

Pudimos haber sido locos, pero en este pulso cruel al final escogimos la razón.
Pudimos haber vivido despiertos lo que ahora sólo nos reservamos para cuando soñemos.
Hay momentos en que no queda sino rendirse.
O marcharse.
O huir, quizá.

Ser realistas, al fin y al cabo.
En tiempos de crisis el amor es un lujo demasiado caro.

Y hoy, por fin, te dejo marchar.


*Foto: Cortesía de Isa Soriano Arranz. (Gracias por haber sido mi gran apoyo todo este mes. Y por seguir ahí, siempre. Sé que nadie entiende este texto mejor que tú, y las estrellas. Tk, pequeña)

A sudaaaaar, y llorraaaaaar

Hoy decidí apuntarme al gimnasio.

En realidad esta frase bien pudiera ser: Hoy tuve los cojones de llevar a la práctica la decisión de apuntarme al gimnasio que tomé hace ya muuuuuchos meses.

Vaciada de cualquier posible excusa que me eximiera del sudor anticipado y la fatiga, del sabor a sangre de la garganta de quien odia el deporte con todas sus fuerzas,y que nunca ha ahorrado empeño alguno que tuviera como fin huir de cualquier esferzo distinto del de cómodamente pasear (con la excepción de la natación, deporte amado desde siempre), no me queda otra salida que enfrentarme a la prueba empírica que me sacará de dudas finalmente:

¿Podrá el gimnasio hacerme llegar a ese estado de felicidad y aceptación COMPLETA que no han conseguido ni la música, ni la literatura, ni el arte, ni los amigos, ni la familia, ni mis propias ganas de ser feliz?


Y obviamente sé que no. Pero..quién sabe..quizá es la pequeña pieza que completa el puzzle,el mágico ingrediente que aglutina un maremágnum de muchísimas cosas que no terminan de casar la una con la otra, pero que al añadirse a la mezcla se vuelve de repente manjar exquisito, apto para paladerar con ansia, hecho para no gastarse nunca.

Pese a mis prejuicios archirepetidos en contra del gimnasio, el tiempo que siempre creí "perdido", el culto al cuerpo que siempre he criticado por restarle las horas al culto a la mente, aquí estoy. Porque, pensándolo bien, ¿quién en su sano juicio puede defender algo que no se fundamente en el equilibrio?. Y más yo, que como buena libra de enciclopedia y tarot barato cumplo cada rasgo con extrema exactitud:
; demasiado tiempo encasillada en uno de los brazos de esta balanza por fin comprendo que no no hay más camino que el se traza a dos pies.

Quizá mañana las agujetas me hagan cambiar de idea, quizá pasado continúe despotricando contra todo otra vez.
Pero yo siempre fui de intentarlo.

Como mínimo, me , os, prometo intentarlo.

sábado, 1 de agosto de 2009

Lejos

Ahora que por mucho que estiremos los brazos
no podemos alcanzarnos,
es cuando te miro desde lejos y pregunto,
a ti que aunque quieras no puedes escucharme,
si acaso hubiera sido mejor no cruzar la línea,
para no tener ahora que extrañarte tanto,
para poder ahora no recordarte hasta la médula,
para no sufrir la desidia de mirar sin verte,
de sentir sin ser tú lo sentido.

Sólo tú,
que me has hecho tan tan tan feliz,
tienes la culpa de matarme.

Me pregunto a mí,
que aunque quiera no puedo contestarme,
cuánto tiempo me queda
para retenerte en cuerpo y alma,
ahora que el sudor se va llevando,
poco a poco,
de mi piel los restos de la tuya.