En los idus de marzo, y abril, y mayo,
Tenías cuerdas saliéndote del pecho y te agarrabas a mi pelo,
Te agarrabas con ellas a mis dedos, como un niño
E ibas dejando posarse el tiempo en nuestro pecho
Arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo.
En los idus de verano fueron las culebras tiernas
las que nos amordazaron, picando arriba y abajo, arriba y abajo,
sin darle tregua al amor, envenenándolo,
poniéndonos por primera vez enfrente, soldados
en una guerra que no nos drenó el sudor.
En la distancia del invierno te perdiste,
Y ahora cuando al calor del verano te busco
ya casi no recuerdo cómo eres, y tú no lo entiendes,
pero si no me atas a la fuerza me evaporo.
Así de transparente me he vuelto,
así de fácil me desvanezco.