El destino tiene una forma curiosa de hacer y deshacer,
de enmendar (o remendar más bien) los cabos sueltos,
y a ti te lió hambriento la manta a la cabeza, sirviendo
en plato frío la victoria sucia que a fuego y hierro
te ha grabado ante mí una sempiterna marca.
En realidad no me importa si te mereces o no
ser feliz; si en realidad lo eres, o padeces
de algo más que ego, gula y exceso de (propio) amor.
Porque ya bailaste al son del tambor, enardecido,
y cubierto tu cupo, yo de lo que me he reído
es de que el destino a veces se equivoque tanto,y otras,
en cambio, acabe tan lleno de razón.
3 comentarios:
una de las marcas bien seguras de saber que algo quedó atrás, es que no te importe ni su desgracia ni su felicidad. Y ahí, pues está clarito "En realidad no me importa si te mereces o no ser feliz".
Saludos Juls! :)
yo creo que sé lo que te pasa. lo dicen 2 estrofas de cinco y siete versos. Lo dice que prolongues tanto el acento axial, el recorrido es un medio camino a un deseo. Pues bien, ese "y otras" añadido, a las razones que tu no expones. Gritas, que estás segura por lo que leo en el sempiterno marco, de que serás perpetua en la zona marcada de algún cuerpo masculino. Pero olvidas, y eso lo volví a recordar hace poco de un libro genial, que lo perpetuo es abstracto y lo perecedero ya es Historia o suceso.
Quizá guardes una imagen ya irreal, quizá ya no importa quién marcó a quién. Quizá terminar con la palabra razón, sumemos la sílaba que se queda en al aire, es un triste final para un poema.
Seamos irracionales: ese hombre nunca existió. Esa fue la broma del destino.
:)
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