Tal vez ya no haya veneno en el oscuro cajón donde me habrás
guardado, desterrada con las sombras, enjaulada en la garrafa de espinas
maduras que ya no te pinchan, con las que seguro que ya no sangras, a veces.
Tal vez mi nombre ya no se te clave en el pecho y ni me
quieras ni te duela, pero yo sí te busco, muchas, muchas veces. Tu sonrisa
entre la gente, el pecado concebido. Y tu manera de mirarme, te la busco y me la bebo enredándome en tu pelo, en la vorágine de odio, en el frío de este hielo.
Pero sigues ahí, conmigo en cada paso, condicionándome el
aire, dosificándome cada felicidad que pruebo. Mi referente, mi perdido, mi
sueño. El que no pudo ser, del que no me desprendo.
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