Me dijo la bruja al oído
clavándome el aliento y la pupila negra de tizón:
“Vendrá la ola y te quitará hasta el alma.
Olvídate de tu sarta de mentiras, de tu pila de recuerdos,
de tu diafragma.
Agárralo fuerte y no sigas, corre ahora que estás a tiempo,
que aún no hay ola,
ni agua, 
ni fluye la no-calma entre los dos.
Que aún no te has calado los dientes con sonrisas,
ni te has cuarteado los ojos de llorarlas.
 Es ahora o nunca. ¿Lo
oyes?
Ahora o  nunca”.
Y yo la miré de frente, la reté con miedo.
“Y qué le hago yo, bruja. Qué le hago, 
si he venido a esperarla, 
si la llamo con deseo y la deseo sin voz,
y ya me he calado del vaho y el relente, 
ya me he calado de ganas y de vida
con las manos, con la boca, con los pies.
Qué le hago yo, bruja,
si la espero  ahora y
tal vez sea nunca.
O ahora, y nunca también.”
 
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