Eres humo,
humo verde, agrio, amargo, sucio y maloliente, que apesta
desde aquí.
Es cierto que crece y crece y se vuelve vendaval y me azota
con saña y savia amarga.
Y a este lado de la vida te busco y en cambio, por el otro
me repugnas malamente, a lo grande. En cualquier caso no seré sujeto pasivo-o
sí- de esta oración porque la sintaxis ya me la han conjugado muchas veces, y
ya no me la miro, sinceramente.
Y no quieres ir a la feria, me dices mientras te agarras al
tiovivo y me arrastras, a mí que no me gustan los juegos (ni jugar, ni contarlo,
ni vivir si quiera). Me arrastras y se me suelta el pelo, se me cae la goma, la
moral, se me alaxa la cordura y vuelvo a ser pequeña, traviesa, y sigo siendo
grande, mayor, insegura, reprimida.
Y me bajo del tiovivo arrugada como una pasa, presa,
estanca, verde, agria, sucia, amarga,
y como el humo,
apesto desde aquí.
y como el humo,
apesto desde aquí.
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