Si la vida me borra de las manos las ganas de prenderte fuego
y limpiarte con amor las cenizas luego,
apiádate de mí y no me dejes hibernar lejos de tu cuerpo,
hazme el favor y cuéceme, con mimo, a fuego lento,
y deja que yo sea, por un momento,
la paloma que a claudicar se cuela dentro de tu pecho.
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