Abre en un susurro la calle tus cortinas
y cae por tu cara como un brillo de luz
-o un destello de sombra- que anuncia
que de aquí a un rato estaré durmiendo contigo
(fundiéndome contigo, quería decir,
con tu sudor como mi cuerpo y tu cuerpo
lleno de mi amor, empapados y miméticos,
siempre tan, tan filántropos ambos).
Abre en un susurro tus cortinas la calle 
y yo ya tengo sueño. 
Sueño de ti. 
De ti conmigo.
 
 
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