Gris.
Gris es la luz que se cuela por la rendija
roja la puerta donde cuelga la señal de precaución;
se han encendido todas las bombillas,
ya está funcionando a pleno rendimiento el dispersor.
Todos y cada uno de ellos están preparados y en sus puestos,
asoma el colirio tímido en el recibidor.
Todos esperan por si acaso tú y yo no podemos con toda
la horda de monstruos salvajes que ya suben por el ascensor
a salvajemente devorarme la esperanza,
a sin misericordia romperme en añicos el amor.
Te miro y me coges de la mano, nos late a ambos
el corazón tan fuerte, llega hasta tan lejos el pálpito
que no habrá manera de convencerles de que no estamos,
en este caso no va a solucionarlo todo cubrirnos con el edredón.
Y si finalmente no podemos con ellos, si nos desgajan
y separan cada uno de nuestros miembros
y pese a los súplicas nos los apartan,
si nuestros ojos ya no pueden guardarlo todo
y nos sobran ya las inútiles pestañas,
no olvides que te quise
de la única manera que sé
(con todos estos demonios minándome,
con toda esta ansia ahogándome,
con toda esta sed insaciable),
moreno.
Suena "Mil razones",
de Luis Brea y el Miedo
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