Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

miércoles, 31 de agosto de 2016

Vigía

Como un vigía que otea el horizonte
me pierdo buscándote como si fueras tierra,
se enmaraña mi pelo pero no me rendiré.

Al fondo, en algún lugar, tendrás que hallarte,
erguido, rapaz, sediento.

Y yo te encontraré.

lunes, 29 de agosto de 2016

El día en que la distancia se redujo a cero

Al sonido abrumador del aire le arrebató el sitio la calma, la garantía, la sorpresa. La distancia se redujo a cero y sorprendentemente no hallé al otro lado un desconocido, tampoco un torbellino ni una ola, no me arrastró un tifón ni cubrieron las mariposas de seda las estancias. Fue todo lo contrario; fue una pasarela, un puente entre las aguas tranquilas, fue volver a casa, nunca haberme movido de mi casa.

El momento en que la distancia se redujo a cero cambió de golpe todo lo que había entre nosotros, todo lo que escapaba de nosotros. Trajo a la mesa los ladridos de los perros. Trajiste a la sala el pelo, la música, ningún nuevo acorde que en su día no me hubiera hecho llorar. 
Me cubriste como una colcha de retales donde cada uno era un uno al que quise antes, todos los unos a los que no he podido borrar. No hay nada nuevo en ti, ni en tu forma de mirarme, salvo tus ojos. Nada nuevo en ti, ni en tu manera de hablarme, salvo tu voz.

Y aún la oigo, cálida y sonriente como un arrullo, me calma el pulso, me tranquiliza. 


Aún hoy retiene mi interés.

Suena Deer Tick, "Clownin Around".

viernes, 26 de agosto de 2016

Si me lo dicen antes...

Si me lo dicen,
si me lo dices tú, 
si me lo dice nadie
antes, unos segundos antes,
no me lo hubiera creído.

Seguro que desde allí lo oyes,
tú que sabes de sonido, de ecualización,
bum, bum. Boom.

Sólo unos segundos antes me habría reído

de lo que tal vez mañana
       me apague el corazón.



Suena: Nunatak. "Solos.

jueves, 25 de agosto de 2016

En la pecera

Nos miras desde fuera de la pecera, nos prendes fuego con tu lupa y reirías, si te hubiesen enseñado a reír.
Y en los escasos momentos en que no te odio me das tanta, tantísima pena, que a veces creyera que en un universo paralelo podría compadecerme de ti.

Pero en éste, en éste de ahora, en éste en el que no mereces más que llanto, el reloj da la hora en punto y hoy ya no pierdo un segundo más para escapar de aquí.

Todas las cosas

Todas las cosas por las que te amé las encuentro a retazos en la gente. A veces me olvido y de repente aparecen frente a mí. No son las tuyas, lo sabemos ambos. Pero podrían serlo. Se parecen, huelen; huelen como tú a Miyake y olvido.

Las malas también las veo, y me apartan del inocente como un resorte, relincho como una fiera y corro como si me fuera la vida en ello, escapando de un miedo voraz. La terapia ayuda pero va lenta, yo sólo tengo prisa, ansia, traumas, y ambos sabemos que aún no sé.

Pero todas las cosas por las que decidí jugármela a duras penas las recuerdo, y esas no las encuentro entre la gente, esas sólo las alcanzo en mí.
Me la jugué porque estoy lista, y tan sólo necesito recordarlo. 
Comprenderlo.

Amar a la persona que un día fui.

El mismo idioma


La culpa de que no hablemos el mismo idioma depende de a dónde apunte esta noche la ruleta. La golpeo con todas mis ganas y gira, gira, gira, y yo tiemblo, tiemblo, tiemblo, para que no me toque a mí; para que sea sólo culpa tuya, tuya, tuya, y que el castigo no se vuelva contra mí.

La promesa de un mañana

Eres la promesa rota de un mañana completamente agotado, 
exhausto ya antes de abrir los ojos, de estirar los brazos y combar la espalda hasta quebrarse y volverse harapos.

Ya antes de eso incluso -mucho antes de eso- nos hemos cansado, extenuados ya de rompernos a cabezazos, como bárbaros.

Y créeme que me esfuerzo, contra viento y marea, me esfuerzo en levantarme, en disfrutar. Cuerda a cuerda y peldaño a peldaño escalo esta espiral suspendida, no pierdo la fe en el hombre, en ti, en mí.

No pierdo la fe, y sin embargo

estamos rotos y ni a ti ni a mí puedo engañarnos.

martes, 23 de agosto de 2016

No acudes a mí...

No acudes a mí cuando pienso en la hermosura,
ni son tus ojos negros ya un espejo
en el que descubrirme cada día.

Tal vez yo no haya aprendido nada,
ni pueda saciarme de antídoto, de nostalgia ni de amor.
He lanzado al viento tantas veces la pregunta
que se mezclan las letras en mis labios,
se quedan pegadas a mis labios y no pueden salir.

Y las lamo con angustia, con pena - hijas mías-
clamando por un padre sin boca ni voz ni voto;
sin angustia, ni pena, ni queja, ni vela en este entierro,
un padre nacido y muerto de hastío y de terror.

No acudes ya  a mí cuando pienso en la hermosura
-como hacías antes- comparado con el alba
y con la más cerrada oscuridad.
Pero acudes tantos días, de tantas formas,
acudes con tantos nombres, con tanta osadía
que te abrazo y me siento en casa contigo.
Cierro los ojos y me dejo abrazar por ti
y me abrazo de ti,
y sigues llenándome de mí misma,
de la más completa y absurda mezquindad.