La casa azul,
la casa azul es la buena.
El hueco que ves al fondo es la cocina,
y por esa gran ventana que da a poniente
se colará a mesa puesta el Sol cada mañana
para volcarme en la taza el café caliente.
Y por esos escalones subiremos al tejado
-con mimo y cuidado para no caernos-
a divisar el pasaje lunar que se abre ante nosotros
igual que se regala al mundo la flor de los almendros.
Sacaré las pipas, pelaremos cientos en silencio
calculando como expertos topógrafos
cuántos metros hacen falta para crear
la perfecta escenografía de nuestro cuento,
qué tabiques deberemos levantar cuanto antes
para detener el tiempo, en qué armarios guardaremos
los sacos de caricias con las que recargar las futuras
bombillas fundidas de nuestro firmamento.
La casa azul,
la casa azul es la buena,
pero las nubes oscuras por fin se marchan
y un rayo tímido viene a enseñarnos de golpe
la verdad que habíamos enterrado bajo todo
en lo que nos estábamos mintiendo.
Observa cómo la cocina y el azul se disipan
y todo son a nuestro alrededor ladrillos viejos;
cómo la casa en ruinas no es fin, sino comienzo,
y nada necesito contigo más que miles de proyectos.
(32)
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Suena "Superlungs my Supergirl,
de Terry Reid.
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