Buscar culpables al fracaso es tan adictivo
como intentar atrapar las briznas de hierba
que alguien ,para hacerme rabiar, está lanzando al aire.
Estoy rompiéndome por dentro,
me seco.
Y no me sirven de nada los culpables,
ninguna culpa va a arreglar esto,
sólo lo haría ya la caricia, la voz a tiempo,
la ilusión que se me escapa por entre las cortinas
como un lamento, un grito de auxilio
en el que nadie va a leer mi sufrimiento.
Suena "Nos quedamos solitos", de la gran Rosalía.
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