No me cabe en el pecho tu nombre,
tengo que echar la llave a mi boca para no gritarlo,
para no parar al desconocido por la calle y hacerle entender
que el mundo ha cambiado de la noche a la mañana,
que el mundo ha cambiado de la noche a la mañana,
de repente,
y solo tú sabes por qué.
Tengo que callármelo
y poner cordura a este pecho agitado,
a este miedo desbocado;
acercarme con pies de plomo
pese a que tú ya sabes -o intuyes-
que toda yo soy entrañas.
Y limitarme a oler la tierra mojada,
a bailar yo sola al compás que me marca el pecho,
y esperar con calma que este torbellino dure y me arrastre
hasta donde podamos, mi torbellino y yo.
Porque el mundo ha cambiado de la noche a la mañana,
por fin,
y solo nosotros nos estamos abrazando.
(3)
Suena "Wicked Game", de Chris Isaak.
(But I do)
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