Sólo aquél dispuesto a perder el brazo
podrá arrancar la espada mágica del suelo.
Brotarán entonces todas las flores,
treparán como una enredadera
sobre el caballero sin capa ni armadura,
dueño del premio y el azúcar.
Sólo aquél dispuesto a perder el brazo
abrazando a esta mujer
podrá dirigir laureado la carroza
que se vuelve calabaza al dar la diez.
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