El sol asoma tímido por el
este, los primeros rayos se desperezan tras el jardín donde aún nadie corre. Es
muy pronto para todo, tengo sueño, me pesa la vida ahora mismo.
Una adolescente pasa con
mochila a mi lado, mira al suelo, como yo. Ambas nos perdemos en las sombras azuladas
que las farolas dibujan como trazos de carboncillo. Las cruzo y no se borran,
nada de ellas se queda en mis pies.
Enfrente me esperan todas
las palmeras, los estridentes colores de las pérgolas del parque hacia el que
cada mañana repto, y en el que crezco porque hace ya muchos días que le
encontré sentido.
La luna ya duerme, como
tú, en ti.
Saco la cámara y lo
inmortalizo.
Hoy también. Hoy también
(como te prometí) tienes tu amanecer, no de píxeles sino de letras, una a una,
todas y cada una de ellas, desde lo más hondo de mi corazón.
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