Relato finalizado el 27 de diciembre de 1999
Érase una vez una princesa llamada Miraflor, aunque todos la llamaban Chasquito, porque nació cuando nadie la esperaba.
Un buen día, cuando Chasquito contaba ya cinco años, paseaba por el jardín de su palacio.
Cuando más despistada estaba, oyó un crujido que venía del suelo.
Al bajar la vista, se dio cuenta de que había pisado un pequeño caracol.
Invadida por los remordimientos, Chasquito cogió al pobre animal malherido y se lo llevó a sus aposentos. Al ver que el pobre caracolito se estaba muriendo, lloró. Lloró tanto que se inundó su habitación. Y siguió llorando y llorando hasta que todo el palacio se llenó de agua. Toda la gente de la corte murió ahogada, pero Chasquito siguió llorando y llorando. Y cuando ya se estaba ahogando en sus propias lágrimas, vio como el caracol abría un ojito.
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