Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

sábado, 22 de noviembre de 2008

De novias y compañeros de piso

Te vi ya el primer día y me pasó por el pecho ese algo que llaman x. Y sin embargo no le presté mayor atención porque tenía los ojos llenos de basura empapelada con lazo rojo.

Pasaron los días y siempre me prestaste mayor atención de la debida. Y yo apenas te hablaba porque hacerlo hubiera supuesto dejar salir cosas que por la circunstancias no tenían más remedio que quedarse dentro.
No tenían derecho a salir.
Nos conformamos con repetir posiciones e intercambiar rutinas cada día, con fantasear con los y si todo fuera diferente y aquí en lugar de él estuviera él, y en lugar de él estuviera yo.

Y cada día con mayor fuerza iba deseando cambiarme de sofá, e iba deseando ser destinataria de tus ojos de mendigo y tus abrazos de hueso, de tus partituras sacadas siempre cuando estaba yo delante, de tu cortesía regalada como metáfora de flores, y cada día con más fuerza me encerraba en un habitación acompañada sabiendo que tu pelo se ondulaba en otra tres cuartos más allá.
Y sé que a ti no te hubiera molestado rotar un puesto al dar las doce, aunque nunca me lo hubieras dicho.
Porque me lo ha dicho tu piel...

Y ayer me encuentras y vienes hasta mí, cuando pensaba ya que no existías y vivías fuera de mi ámbito de alcance, aunque conozca perfectamente el número de tu puerta, y apenas te recordaba, porque todo lo asociado a la basura hace tiempo que fue borrado a conciencia de mi armario. Pero llegas con el pelo más corto y cara de sorpresa, cara de no esperarme allí, de no volver a esperar verme nunca, como tampoco yo esperaba tenerte otra vez tan cerca. Nunca tan cerca, en realidad. Y me dicen tus labios obligados por tus ojos negros que te alegras de verme, que te alegras mucho. Y sonríes, y me hace sonreír. Y te fijas en mí cuando apenas nadie se ha fijado y me dices que me ha cambiado la nariz. E intentas consolarme echando sutilmente mierda de forma delicada sobre el recuerdo de una habitación totalmente impersonal, pero no nos importa, porque tú me estás mirando y yo te estoy mirando, y no te quieres ir, y yo no sé que hacer ni qué decir para que te quedes. Porque ambos sabemos que que te quedes no estaría bien, aunque sólo imaginarlo ya fuera fantástico. Y tú eres consecuente.
Y te alejas de mí sin perder el contacto de tus ojos con mis ojos, de ti conmigo.

Y te marchas.

Y el resto de la noche, ya sin ti, no me hallo.

Hoy no me hallo después de ti...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

WAAAAAAAAO!! ¿Quién es el afortunado y por qué te sientes desafortunada? Te voy a hacer fija en el periódico jeje. Esto también lo publico. Un saludo!

Anónimo dijo...

Bueno es una bonita historia.. ¿por q no se puede?? bueno no seré cotilla... alguna vez tb he sentido esto. besos