Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

lunes, 8 de septiembre de 2008

Cristal

Ella vivía en una diminuta bolita de cristal en medio del universo, no tenía espacio más que para soñar. Él, en un reducido cubo vidrioso, donde sólo podía pensar.
Desde el principio de los tiempos flotaban el uno alrededor del otro, se amaban aun sin conocerse, mas no podían tocarse, ni hablarse. Ella soñaba con él, y él pensaba en ella.
Todos los días, todas las noches, dando vueltas el uno junto al otro, se miraban. Él ponía su mano en el cristal y sonreía, ella pegaba su cara a la pared y sonreía, sin perder nunca la esperanza de que algún día aquella sonrisa derritiera el cristal que les separaba.
Los años pasaban y ellos seguían acariciándose a distancia, pegados a la pared, sintiéndose, creían. Mirándose.
Pero la bolita de cristal y el cubo de vidrio se alejaban poco a poco, sin saber por qué. Cada vez les costaba más hallar la luz del otro, hasta que un día dejaron de verse, y la soledad se fue adueñando de ellos.
Ella dio la vuelta al mundo, llorando, tratando de ahogarse en su tristeza, mas las lágrimas se evaporaban al tocar el cristal.
Él dio la vuelta al mundo, gimiendo, tratando de fundirse en el ruido, mas los gemidos se apagaban al tocar el vidrio.
Y entonces, sin saber qué ocurría, la bolita se rompió.
Y entonces, sin saber qué ocurría, el cubo se rompió.
Ella recuperó la consciencia y miró. Él se despertó y miró. Sin saber por qué, dentro de una estrella de cristal, él y ella. Él rió y alzó la mano. Ella rió y juntó su rostro.
Una estrellita de cristal vagando por el cielo, y él y ella dentro, riendo, porque quieren ver qué es la risa.
Él y ella en una estrella dulce, tocándose, amándose.
Sin que nada más que el otro les importe, ahora que ya no están solos.

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