Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar

mejor no lo digo
mejor no lo niego.

Mario Benedetti. "EL PUSILÁNIME",
de "El olvido está lleno de memoria".

martes, 28 de octubre de 2008

Mi eterna penitencia

Hay nombres que responden a personas que guardé bajo la ropa interior para que nadie los descubriera si le daba por fisgonear. Al final siempre asoma alguna letra, no hace falta que sea en momentos embarazosos. Con que la vea yo cuando voy a abrir el cajón y escoger qué cosa voy a calzarme hoy es más que suficiente.
Eso me pasa por no tirar los nombres a la basura y empeñarme en creer que soy lo bastante madura para convivir con ellos.

La verdad es que ambos sabemos qué pasó entre tú y yo y a la misma vez no sé que te corría en la sesera cuando hiciste lo que hiciste, cuando te dio por comportarte como te comportaste, ni por qué dejaste de ser cuando precisamente fuiste tú quien me presionó para que te abriera un hueco en mi vida, casi a la fuerza. Yo era feliz hasta que llegaste tú. Yo era feliz con él. Aún así quise ser feliz contigo, y estaba empezando a serlo...

No estoy orgullosa de lo que hice, auque es cierto que en aquellos momentos eras especial. Me la quise jugar contigo, de forma velada pedí permiso a la autoridad competente para pedir una excedencia que me llevara a ti y así tantear el terreno de tu casa y ver si realmente eras tan bueno como aparentabas. Y ya tenía planeada la manera de decirle a él a su vuelta que mejor era rescindir un contrato que a todas luces palidecía al lado del que me ofrecías firmar tú. Y afilé la punta de mi boli con todas sus consecuencias. Y aquellos besos fueron especiales hasta que dejaste de serlo y empezaste a hacer que no conciliara el sueño, que los remordimientos
se me colaran entre la sopa y me sintiera sucia, podrida y acabada por hacer con impunidad aparente lo que despreciaba antes de que llegaras tú. Utilizada y abandonada.Y conseguiste que me volviera desconfiada, y me has dejado un trauma que no se quita ni con amoníaco perfumado, y aún no sé por qué lo hiciste.

Porque al final cambiaste la promesa de una noche con Morrissey y una guitarra con piano por silencios sin justificación, y cogiste mi corazón y un cuchillo carnicero y lo hiciste trocitos milimétricos que fuiste usando para taponarte los agujeros de las habitaciones. Nunca me diste la canción que tenía mi nombre, y que tenía tus letras que sólo hablaban de mí. Y desapareciste como si tuvieras algo que esconder y yo hubiera sido una muñeca estúpida que usaste aún no sé ni con que intenciones, aún no sé si con premeditación.

Y escribir esto y escribirte a ti me abre la herida que ya ni me dolía. Pero hoy has aparecido como una ráfaga, y me toca pagar de nuevo, por si no pagué ya bastante. Me toca hacer penitencia para que quede vivo en el recuerdo y en la piel y en los rincones que no puedo repetir lo que fui. Que me avergüenzo de las prisas y de los roles regalados y de la voz que nunca levanté y que se me pudre hoy en la garganta, y de la mano que tendí a destiempo, y de la debilidad que me vestí en los cafés, y de haberme dejado ganar por una voz como no hay otra, por unas palabras huecas pero jodidamente hermosas.

Quién me hubiera dicho cuando entraste que nuestro último encuentro lo harían los intermediarios, y que nuestras últimas palabras ni siquiera las diría yo.

Y a pesar de todo sigo con mi vida, y aunque no me creyera capaz puedo mirarla de frente, y ya no me siento sucia porque conseguí limpiarme, y ya no quiero pensar si te habrás limpiado tú, si realmente has sido consciente alguna vez de cuantísima mierda has llegado a llevar encima.


Y no hablo de la compartida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

una noche de morrisey, de piano y de guitarra no puede banalizarse.

Agosto del 96, el día de la arena fina, recordado el día 18 de marzo de 2006, al son de Smell Like Ten Spirits, allí mis canciones dejaron de hablar de ella, todo quedó difuminado.

Las noches de guitarra y piano son liberadoras, no pueden recordar a nadie, ahí he gritado miles de veces, no queriendo pronunciar mis mejores palabras pensando en ellas, no. Mis mejores palabras, como las tuyas, deben de dejar de estar dirigidas a quien no las merece, a quien utilizó los cariños y los momentos para lanzarlos en tu mente y hacer que te retorcieras una y otra vez.

Toqué Karma Police, no hace mucho, en uan plaza de Gràcia, los ojos me escocían del gintonic y del calor, pero qué bello fue estar yo solo contra el mundo y que, encima, ese mundo me oyera sin darle nada a cambio. Solo notas, solo canción, solo yo, y nada más que yo.

Deja tus mejores palabras para tí, deja que tus escritos, al igual que mis estribillos, ya no hablen de él.

Si lo haces, te haré una canción.

(amorama) dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

ya sé que no hablas del de siempre.


pero no importa, mi oferta sigue en pie. guarda tus mejores palabras, y las mías serán para tu canción